Frases católicas funerarias

La muerte de un ser querido es un momento difícil para todos. En estos momentos, las palabras pueden resultar insuficientes para expresar el dolor y el amor que sentimos por la persona fallecida.

Elegir las frases adecuadas para una despedida o para una corona puede ser una forma de expresar nuestras emociones y sentimientos de una manera significativa.

En este artículo, te presentamos una selección de frases católicas inspiradas en la fe cristiana y pueden ayudarte a expresar tu amor y respeto por la persona fallecida.

Poemas para difuntos

Frases funerarias de despedida

Es tu cuerpo el que yace sin vida, tu alma inmortal ha partido a los brazos cálidos del Señor quien te espera para cobijarte en su gloria.

Tu espíritu ha dejado esta tierra para reunirse con Dios; tu partida de este mundo es tan solo un hasta luego pues tu alma imperecedera goza ahora de su Gloria.

Derramaremos lágrimas por tu partida, aunque sepamos que estás con Dios. El Creador te ha puesto a nuestros corazones y él nos enseñará el camino pausado de la resignación plantado de recuerdos y oraciones.

Tus obras buenas en vida son los peldaños de la escalera que te llevan ante las puertas del Cielo.

Tu vida ejemplar en la tierra es el pasaporte que te abre la entrada al encuentro misericordioso con nuestro Padre Celestial.

Tus acciones, guiadas por la fe y la bondad, son las alas que elevaron tu espíritu al Paraíso.

Aunque tu ausencia duele, nos reconforta imaginarte disfrutando de la vida eterna, pues tu alma justa mora ahora en la Casa del Señor.

Rosario de los Fieles Difuntos

Tus buenas obras y devoción sincera son las llaves que te han abierto las puertas de la Gloria.

Tu vida en la tierra fue el tributo que le pagaste a Dios; ahora Él te ha llamado para entregarte la salvación prometida a quienes son sus fieles servidores.

Partiste de este mundo dejando huellas imborrables de amor y fe; ahora cosechas en el Cielo el fruto de las semillas que sembraste en vida.

Tu espíritu se elevó al Cielo, pero tu recuerdo permanece con nosotros como un faro de luz que guía nuestro caminar por la senda del Señor.

Dios Misericordioso, recíbele en tus brazos para que descanse en paz en el Reino Celestial junto a todos tus ángeles.

Lloraron los cielos cuando tu vida se apagó; las nubes grises sollozaron y la lluvia triste regó mi infinito pesar. Pido al Padre compasivo nos lleve a reencontrarnos cuando llegue la hora señalada.

Te has adelantado en el camino, pero nos reencontraremos en la vida eterna cuando llegue nuestra hora de partir al encuentro con el Creador.

Tu vida ejemplar y devota es la escalera que ha elevado tu espíritu al Cielo; allí nos esperas junto al Padre misericordioso.

Sabemos que el Dios de la Vida te ha llamado a su lado para darte la salvación eterna prometida a sus fieles servidores.

Tu vida guiada por la fe y la caridad fraterna te abrió camino al Paraíso; ahora descansas junto al Padre.

Has partido de este mundo hacia la vida eterna disfrutando de la recompensa prometida a quienes siguen los mandamientos de Dios en la tierra.

Sabemos que el Señor Misericordioso te ha acogido en el Reino de los Cielos por tu recta vida guiada por los valores cristianos.

Has partido al encuentro del Creador, dejando en quienes te conocieron el recuerdo imborrable de tu inquebrantable fe y bondad.
Sabemos que ahora estás con Dios, pues Él prometió la vida eterna a quienes como tú vivieran con rectitud.

Tu vida ejemplar te ha ganado un lugar junto al Padre Celestial, mientras tu recuerdo vivirá por siempre en nuestros corazones.

Partiste de este mundo dejando huellas imborrables de amor y servicio desinteresado; ahora descansas al lado de Dios.

Tu vida se esfumó como el relámpago fugaz en el cielo nocturno; tu adiós dejó nuestras almas sumidas en la más profunda oscuridad, sólo Dios nos dará valor para levantar esta penumbra

Se fue tu estrella radiante y mi mundo quedó a oscuras; tu partida levantó una pared entre nosotros en la que Dios pone grietas para que pasen mis ojos.

Virgen Santa, mi alma está de luto desde que mi amor se fue lejos; mis lágrimas caen amargas por su adiós y mis enojos. Enséñame virgencita a mirar su espíritu en los recuerdos más felices.

El destino te arrancó de nuestras vidas cuando aún te quedaban mucho días felices por vivir entre tus seres amados. A Dios pedimos nos de resignación y te reencontremos a su lado.

Aunque pasen los años, el recuerdo de tu risa será llama cálida que ilumine la oración en esta familia.

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