Rezar el Rosario

Oración del Rosario

El Rosario es una oración viva, por ello veremos que desde su origen ha tenido muchos cambios o transformaciones en la forma como se reza siendo que las autoridades de la iglesia, con su guía, pueden proponer varias de ellas.

Contemplar a Cristo con el Rosario abre las puertas del corazón a la gracia transformadora de los misterios de la salvación.

De dónde viene nuestra forma de rezar el Rosario

Para entender el número de oraciones que incluye el santo Rosario debemos saber que primero existía el Salterio que son los 150 salmos que tiene la Biblia y que eran consideradas las mejores oraciones.

Al principio cuando se crean las agrupaciones religiosas en los monasterios había algunos monjes llamados hermanos Legos que no sabían leer o escribir, a la hora de la oración no tenían forma de guiarse por los libros para orar entonces para ayudarles a incluirse en la oración se les indicó que podían rezar 150 Padres Nuestros en lugar de los 150 salmos, entonces para contar comenzaron a juntar semillas que les servían de guías o como cuentas.

Hacía el año 1000 se compone la oración del Ave María. A partir de entonces comienza a incluirse en esta forma de oración un Ave María entre cada 10 Padre Nuestros, para un total de 15 Ave María. A medida que pasó el tiempo el culto a la virgen fue creciendo y hubo un cambio que consistió en invertir las oraciones y hacer 150 Ave María separadas por 15 Padre Nuestro.

Más adelante al Rosario se le añadieron meditaciones llamadas Misterios que forman una síntesis de la vida de Cristo, desde la anunciación hasta los momentos de su pasión, muerte y resurrección. Ello con el fin de que las personas a través de esta forma de meditación pudieran profundizar en la misión de Cristo y en el ejemplo de la virgen María, así con los misterios se recitaba a modo de extracto la vida de Jesús y las personas podían agradecer por cada uno de ellos.

Al principio eran tres tipos de misterios: los Gozosos, los Dolorosos y los Gloriosos. Cada uno recitado 5 veces, para un total de 15. Al final a cada misterio se le añadió la doxología: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

De estas oraciones se decía que eran rosas dedicadas a la virgen por lo que se le llamó a la serie completa de oraciones Rosario.

Luego el Rosario fue incorporándose como rezo más allá de los monasterios, para ser rezado por el pueblo. Así se estableció que fuera de las órdenes religiosas donde las personas tenían menos tiempo para dedicar a la oración que el Rosario se podría rezar en 3 partes, así las 150 Ave María se dividieron en tres partes de 50 oraciones cada una cada grupo con un misterio acompañante y la oración en lugar de hacerse en un día se hacía en tres para completar el ciclo, eso corresponde a la estructura original a la que con los años veremos que se agregaron varias partes generando variantes del Rosario popular.

Las personas comenzaron a fabricar collares de cuentas para rezar el Rosario, hechos de los más diversos materiales que llevan por cada 10 cuentas (para un total de 5 grupos) una cuenta más gruesa de por medio para rezar el Padre nuestro.

Partes de un Rosario

En 1854 se promulgó el dogma de la Inmaculada Concepción que confirma la virginidad de maría, antes, durante y después del parto. Por ello a las 150 cuentas se le añadió un grupo de tres cuentas más (tercia) que preceden al crucifijo para tres Dios te salve María añadiéndole también una cuenta más grande para un Padre Nuestro. Luego fueron surgiendo otras oraciones añadiéndose una cuenta más, oraciones estas como  “Bajo tu amparo nos acogemos santa madre de dios, no desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todo peligro o virgen gloriosa y bendita” u otras como “Reina de los cielos alégrate porque ha resucitado aquel a quien llevaste en tu seno…”, se hizo popular fue el Salve compuesta en la edad media que dice “Dios te salve reina y madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A ti clamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas… etc”.

El rosario también tiene sus variantes de inicio y final con oraciones, solicitudes de purificación, actos de contrición, reafirmaciones de la fe mediante el Credo o formas diferentes de hacer la señal de la cruz o persignarse. Así mismo se le ha acompañado de letanías e invocaciones pero son fragmentos accesorios que no forman parte obligatoria de la base del Rosario.

Luego San Juan Pablo II en 2002 introduce los misterios Luminosos y cambia nuevamente la base del Rosario, ahora en lugar de 150 Ave María son 200, cambiando los días de los misterios.

Juan Pablo II
San Juan Pablo II

Recientemente el Papa Francisco añade la letanía:

  • madre de misericordia
  • madre de la esperanza y
  • consuelo y ayuda de los migrantes,

recordemos que las letanías no forman parte del Rosario y pueden rezarse o no según se desee.

El Rosario, plegaria contemplativa

El Rosario es por naturaleza una oración contemplativa. Despojado de esta dimensión inmersa en la meditación, el Rosario se desvirtuaría, tal como destacó Pablo VI cuando afirmaba que en ausencia de contemplación, el Rosario se convierte en un cuerpo sin alma y su rezo corre peligro de convertirse en mecánica repetición contradiciendo la advertencia de Jesús sobre la vana locuacidad en la plegaria (Mt 6,7).

La propia naturaleza del Rosario demanda un ritmo sosegado y pausas reflexivas que propicien en el orante la meditación reposada de los misterios del Señor, contemplados a través del corazón de María, y que revelen la inagotable hondura de esos misterios, como subrayó Pablo VI (Marialis cultus, 47).

Resulta necesario detenernos en este pensamiento profundo para resaltar cómo la contemplación define la esencia misma del Rosario como oración cristológica.

Contemplar a Cristo con el Rosario, camino de gracia

Rezar el Rosario es ante todo contemplar, recordar y actualizar la obra salvífica de Dios en Cristo. Los misterios del Rosario, más que hechos del pasado, son realidades vivas que alcanzan al creyente de todos los tiempos con su gracia redentora.

La liturgia ocupa sin duda el lugar cumbre en la vida de la Iglesia, como acción sagrada por excelencia de Cristo y su pueblo. Pero la existencia cristiana trasciende la sola participación litúrgica. El fiel está llamado también a la oración personal, a entrar dentro de sí mismo para dirigirse al Padre en lo secreto, según enseña Jesús (cf. Mt 6,6). Y está llamado a orar sin cesar (cf. res 5,17).

El rezo del Rosario se inscribe en este horizonte de oración incesante, con su carácter meditativo propio. Si la liturgia actualiza la obra salvífica de Cristo, el Rosario permite asimilar y encarnar esa salvación contemplando reposadamente, misterio a misterio, la vida del Redentor junto a María. De este modo, lo que Cristo realizó y la liturgia actualiza, puede penetrar profundamente en la existencia del creyente gracias a la gracia que mana de la contemplación rosariana.

El rezo del rosario es así un camino privilegiado para que el fiel, en compañía de María, contemple y medite interiormente los misterios salvadores de Cristo y los incorpore a su vida por la acción de la gracia.

Gracias por visitarnos