Oración de Sanación por los enfermos

Dentro de las oraciones católicas son comunes y de gran importancia las destinadas a la sanación de los enfermos.

Jesús murió para que el mundo pudiera ser salvado, por ello entendemos que Dios no pone la enfermedad, él nos envió a su hijo para poner junto a nosotros la más grande fuerza espiritual a favor de la sanación a través de la fe hecha hombre.

Jesucristo luchó contra el mal y la enfermedad, atendiendo los ruegos de curación de aquellos pobres necesitados que se acercaron a él. Impuso su mano sobre los enfermos e indicó a sus Apóstoles a hacer lo mismo, enseñando con la práctica que la atención a los enfermos es una misión que debe acompañar a la predicación.

El pueblo cristiano está llamado a seguir el ejemplo de Cristo hacia el enfermo, así como a hallar a Cristo en el que padece la enfermedad y ofrecerle atención, solidaridad y consuelo, atender su alma con nuestras oraciones y resguardar su cuerpo físico con la ayuda de los médicos.

La oración de sanación nos acerca a la presencia divina, alivia el alma de quien la dice y eleva el espíritu de quien la recibe.

Nosotros como humanos no sanamos directamente con oraciones a los enfermos, a través de ellas pedimos a nuestro Señor que mire hacia una persona enferma y extienda sobre esta su misericordia, en ocasiones que obre un milagro, para que una vez escuche nuestros alegatos decida y se haga su voluntad. Además nos envió a la medicina para que medie a ayudarnos a alcanzar la ansiada cura o mejoría.

Es contrario a la fe cristiana el mentir y tratar a otros con falsas promesas de curación, también cuando se ora para ganar dinero, gratitud o confianza, en lugar de hacerlo por la salvación del alma de nuestr@ heman@. Sólo Dios tiene esa potestad.

Relación entre la oración, la medicina y sanación

Recordemos que la medicina y la sabiduría de nuestros médicos son dones que Dios ha puesto al alcance de la humanidad. El Señor trajo a la tierra medicinas que el hombre prudente no desdeña. Debemos orar para que a través de la mano de los médicos fluya el poder de Dios y reciban los dones de curar a los enfermos que les otorga el altísimo, es gloria de Dios.

“Os aseguro que si un par de vosotros os poneis de acuerdo en esta tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo obtendrán de mi Padre que os oye desde los cielos. Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”

(Mateo 18)

La acción sanadora de Dios se pone de manifiesto de formas diversas, algunas veces de forma rápida y otras de modo paulatino. En ocasiones nos da la recuperación total y en otras de forma parcial, toda obra del Señor tiene motivos que muchas veces escapan a nuestro entendimiento.

El papel de la fe en la sanación de los enfermos

La sanación sucede en un medio de fe, como señala el Evangelio. Es un paso importante avivar la fe en nuestros corazones y transmitir esta esperanza en el enfermo y su entorno inmediato, para que con el acrecentar de la fe fluya en él el poder sanador que le brinde los designios del creador.

Hay que recordar que la oración meditada y asidua del justo es muy poderosa por ello hay que acompañar a la fe con la perseverancia en la oración.

Probables errores al orar por un enfermo

La curación no viene sola con rezar mil veces la misma oración, no es producto simplista de la repetición de la palabra. En su logro hay una fuerte carga de responsabilidad del hombre. El cambio que necesitamos muchas veces requiere de cambio en nosotros mismos, que veamos se geste alrededor de la persona que padece una enfermedad un entorno amable cristiano donde se respete la voluntad de Dios y se trabaje por socorrer al enfermo tanto en cuerpo como en espíritu.

Una actitud pasiva de repetición de oraciones sin reflexión es una puerta abierta a la sugestión, que deja ver una actitud de autosuficiencia inconsciente que en el fondo niega el poder de Dios y la mediación de la oración de sanación como una conversación con nuestro Señor. Al contrario, favorece a que se genere una ilusión que no deja ver al hombre su responsabilidad en la mejoría que habría de empezar con mejorar el alma del enfermo y seguir con su cuerpo, si es voluntad de Dios.

Para lograr la energía sanadora hay que unirnos espiritualmente y sin reservas a Dios. El resultado será aquel que Dios en su sabiduría nos otorgue pues sólo él sabe el origen de sus designios.

¿Para qué usar la guía de una oración de sanación?

La estructura de la plegaria por la sanación de un enfermo habrá de servir para que desarrolles la oración de la mejor manera posible, a modo de un recordatorio para no dejar por fuera puntos importantes en tu conversación con Jesús de modo que él pueda realizar su obra en tí, en el enfermo y en todos nosotros.

La Sanación del alma

La sanación del alma pasa por la difícil labor de manejar nuestras emociones. El autorreconocimiento es el primer paso para identificar el origen de los males que afectan el espíritu y fomentar cambios necesarios para nuestro avance, uno que ha de pasar por un proceso de adelantos y retrocesos, pero que orientado debidamente nos llevará a desarrollar mejores mecanismos de defensa y adaptación que sanen las heridas hechas en nuestra estima y afecto, que minimicen nuestras inseguridades y hagan de lado todo rencor.

El perdón es necesario para la sanación del alma, sin él estamos condenados a seguir enfermos.

En la sanación de las heridas del alma debemos pedir a Dios que nos ayude a tener la fuerza necesaria para pedir ayuda. El tiempo no siempre es la cura, orar es un instrumento de meditación muy poderoso que muchas veces requerirá de apoyo de otros hermanos o incluso de ayuda profesional de psicólogos, terapeutas o psiquiatras que nos den la mano para que junto a Dios caminemos adelante en el lento proceso que transformará nuestros temores en ideas más claras que podamos proyectar en soluciones.

Energía de Sanación

Dios es la mayor fuente de energía sanadora cuya caridad nos llega a través de su hijo, quien es Dios hecho carne, piadoso y compasivo. La energía de sanación de nuestro Señor habrá de pasar por el Espíritu Santo capaz de sanar desde el alma, no sólo aliviándonos de la enfermedad, también de la soledad y el sinsentido.

La energía de sanación que pedimos a Dios para nuestros hermanos es una energía transformadora. A través de la oración buscamos comunicarnos con él en espera de esa transformación, en ese momento le mostramos el espacio que alberga nuestro interior y cómo llevamos nuestras vidas.

Dios obra transformaciones de muchas formas. Nosotros podemos contribuir a ello transformando también nuestra relación con él a través de trabajar cambios en nuestras vidas. Nuestra existencia requiere de constantes cambios para sobre llevar las necesidades de armonía del espíritu. Es así como con amor modificamos la vida en pareja, damos seguridad y valores a nuestros hijos, fortalecemos nuestra fe y transformamos nuestra alma para hacer de ella un espacio habitable para el Espíritu Santo.

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