La historia personal de Juan Diego, un humilde indígena que se convirtió en el mensajero de la Virgen de Guadalupe, una historia de fe, esperanza y amor.

Quién fue Juan Diego
Juan Diego Cuauhtlatoatzin fue un indígena mexicano a quien, según la tradición católica, le correspondió ser el destinatario de las apariciones de la Virgen de Guadalupe en el cerro del Tepeyac en 1531. Es considerado un santo por la Iglesia católica y es un personaje venerado en América Latina. Acá haremos una reseña de Juan Diego, sus orígenes y la historia de su vida ligada eternamente a la aparición de nuestra señora de Guadalupe.
Infancia y juventud de Juan Diego
Juan Diego Cuauhtlatoatzin nació el año de 1474, en el señorío chichimeca de Cuautitlán, en el actual estado de México. Su nombre original era Cuauhtlatoatzin, que significa «el que habla como un águila».
Era hijo de Juan Cuauhtlatoatzin y María Lucía, ambos indígenas de la nobleza mexica vinculados a una familia principal destacada por su educación y posición entre los indígenas, tal como recogen las “Informaciones Guadalupanas de 1666”, por Fray Pedro de Oyangure
Juan Diego tuvo una infancia y juventud marcadas por la conquista española de México. En 1521, los españoles conquistaron Tenochtitlan, la capital del imperio mexicano, es ese momento capturaron a su padre. Su madre, María Lucía, era una mujer indígena que fue convertida al cristianismo por los franciscanos convirtiéndose en una mujer cristiana devota quien le enseñó a Juan Diego los principios de la fe católica. Su abuela Juana, por su parte, le transmitió los valores de su cultura indígena, como el respeto a la naturaleza y la importancia de la familia.
La combinación cultural y de valores que ambas mujeres sembraron en la crianza de Juan Diego fue fundamental para su desarrollo como persona y como cristiano. Ellas le dieron las herramientas que necesitaría luego para cumplir con su misión como mensajero de la Virgen de Guadalupe
Juan Diego siempre estuvo agradecido a su abuela. En una ocasión, dijo: «Mi abuela me enseñó a ser fuerte y a luchar por lo que es correcto. Ella me enseñó a ser un hombre de bien».
Juan Diego trabajó como campesino y vendedor de flores. Era una persona piadosa y dedicada a su fe, recibió una educación cristiana básica de los franciscanos. Se convirtió en un cristiano devoto dedicado a la evangelización de otros indígenas. Su conversión al cristianismo y su dedicación fueron elementos fundamentales en el proceso de la evangelización de México.
Apariciones de la Virgen de Guadalupe a Juan Diego
Según la tradición vinculada a la historia de Juan Diego este tenía 57 años cuando vio a la Virgen María en el Tepeyac en 1531. Apenas había sido bautizado 7 años antes de las apariciones.
La apariciones de la Virgen de Guadalupe las encontrarás hermosamente detalladas en el post sobre la historia completa de la Virgen de Guadalupe, acá sólo un resumen que te permitirá entender la participación de Juan Diego en este milagro.
En diciembre de 1531, el indígena Juan Diego se dirigía a misa cuando escuchó una voz que lo llamaba por su nombre. Al subir al cerro del Tepeyac, se encontró con una hermosa mujer que se presentó como la Virgen María. La Virgen le pidió a Juan Diego que le pidiera al obispo fray Juan de Zumárraga que construyera una iglesia en el Tepeyac.
Juan Diego acudió al obispo, pero este no le creyó y le pidió una señal. Juan Diego regresó al cerro y la Virgen le dijo que al día siguiente le daría la señal. Sin embargo, al día siguiente el tío de Juan Diego enfermó gravemente desviándole de su misión. Juan Diego atravesó el cerro del Tepeyac para buscar un sacerdote para su tío. En el camino, se encontró nuevamente con la Virgen, quien le dijo que no se preocupara que su tío ya estaba curado. Luego, la Virgen le pidió que subiera al cerro y le diera al obispo las flores que en pleno invierno encontraría allí.
Juan Diego subió al cerro y encontró rosas frescas. Las cortó y las llevó al obispo. Al abrir su tilma, el obispo vio la imagen de la Virgen de Guadalupe estampada en ella. El obispo quedó convencido y ordenó construir la iglesia que la Virgen había pedido.
Las apariciones de la Virgen de Guadalupe a Juan Diego son un evento histórico y religioso de gran importancia para la cultura mexicana. La imagen de la Virgen de Guadalupe es venerada por millones de personas en todo el mundo.
Luego de cumplir con su misión Juan Diego dejó todas sus pertenencias a su tío Juan Bernardino y se fue a vivir junto a la primera capilla que se construyó para albergar la imagen de la Virgen de Guadalupe, en el cerro del Tepeyac dedicando su vida a difundir la devoción guadalupana, pasaba largos ratos de oración ante la imagen de la Virgen, dedicó por completo a la difusión de las apariciones al servicio de los peregrinos y con permiso del obispo comulgaba tres veces por semana, cosa muy inusual en esa época.
De esta forma, Juan Diego se consagró por completo al servicio de la Virgen de Guadalupe durante los últimos 17 años de su vida. Vivió con gran humildad y sencillez, hasta su muerte el 30 de mayo de 1548 a la edad de 74 años, fue enterrado en la primera capilla del Tepeyac, aunque su tumba exacta se desconoce actualmente.
Datos adicionales sobre la Historia de Juan Diego
Para comprender mejor la personalidad y carácter de Juan Diego que lo llevó a ser escogido por la Virgen para ser el destinatario de sus apariciones debemos recordar lo siguiente:
- Juan Diego era un hombre de edad avanzada para la época cuando tuvo las apariciones de la Virgen de Guadalupe. Se estima que tenía alrededor de 57 años.
- Era un hombre devoto y piadoso, solidario y servicial. Se dedicaba a ayudar a los demás, a la oración y a la meditación.
- Juan Diego fue un hombre perseverante, con mucha fe y esperanza.
- Significado de las rosas de la virgen de Guadalupe: Las rosas de Guadalupe se interpretan de varias maneras. Algunos creen que representan la pureza y la virginidad de la Virgen. Otros creen que representan el amor y la misericordia de Dios. Y otros creen que representan la esperanza y la renovación. En la cultura mexicana, las rosas de Guadalupe son un símbolo de unidad y esperanza.
El largo camino a la santidad de Juan Diego
La muerte de Juan Diego Cuauhtlatoatzin en 1548 marcó el inicio de un largo recorrido que culminaría con su canonización como santo de la Iglesia Católica en 2002.
Tras fallecer a los 74 años, después de una vida de profunda devoción mariana y servicio humilde junto a la imagen de la Virgen de Guadalupe, la figura de este indígena cristiano comenzó a crecer en la devoción popular. Sin embargo, el reconocimiento oficial de su santidad por parte de la Iglesia tomó siglos.
Ya en 1666, a instancias de Roma, se realizó una investigación jurídica en México para estudiar la historicidad de las apariciones marianas y de Juan Diego. Aunque no tuvo respuesta inmediata, sentó un precedente. En los siglos XVIII y XIX se sucedieron peticiones para declarar a la Virgen de Guadalupe patrona de México y América, lo que mantuvo viva la memoria de su vidente.
En el siglo XX y tras la coronación canónica de la imagen que había sucedido en 1895, los obispos mexicanos y de otras naciones solicitaron la beatificación de Juan Diego. Finalmente, el 9 de abril de 1990 se promulgó en Roma el decreto papal «de vitae sanctitate et de cultu ab immemorabili tempore Servo Dei Ioanni Didaco praestito», con el que el Papa San Juan Pablo II le dio a Juan Diego el título de Beato el 6 de mayo de ese año en una celebración en la Basílica de Guadalupe.
No obstante, surgió polémica en algunos sectores sobre la historicidad de las apariciones marianas y la existencia real de Juan Diego. Esto llevó a que en 1998, antes de proceder a la canonización, el Vaticano creara una comisión de historiadores que estudió a fondo las fuentes documentales existentes.
Tras dictaminar positivamente sobre la veracidad de los hechos y la figura de Juan Diego, el 31 de julio de 2002 el Santo padre Juan Pablo II lo canonizó ante una multitud en la Basílica de Guadalupe. Lo presentó como ejemplo de fe sencilla, devoción mariana y humildad, llamándolo «el confidente de la dulce Señora del Tepeyac». Lo destacó como un ejemplo de humildad, escogido por la Virgen «entre los más humildes» para el gran acontecimiento guadalupano. Su rostro materno en la tilma sigue siendo un «inestimable regalo» para todos.
La canonización de Juan Diego en 2002 puso fin a un largo proceso de más de cuatro siglos y medio desde su muerte. Hoy este indígena cristiano del siglo XVI es reconocido como santo en toda la Iglesia Católica, gracias a su papel como vidente de la Virgen de Guadalupe y su vida de profunda fe y entrega a Dios.