Las extraordinarias apariciones marianas en el pequeño pueblo de Fátima en 1917 conmovieron al mundo con su mensaje de amor, esperanza y paz. Tres humildes pastores, Lucía, Francisco y Jacinta, fueron testigos privilegiados de las visitas de una bella Señora vestida de blanco, que resultó ser la Santísima Virgen María o como se le conoce «La Virgen de Fátima«.
Durante 6 meses, cada día 13, los niños acudían a un campo de olivos donde ocurrieron estas manifestaciones que incluyeron profecías, revelación de secretos y el espectacular «Milagro del Sol» presenciado por una multitud. El legado de Fátima trascendió generaciones y el lugar es ahora un importante centro de peregrinaje católico.
El siguiente poema capta en verso la esencia de este conmovedor relato de fe, esperanza y devoción mariana que tan relevante resulta en el convulsionado mundo actual. La nostálgica rima transporta al lector a aquellos olivares donde la Virgen se hizo presente, dejando una estela imborrable en la historia.
Poema a la Virgen de Fátima
Entre olivares se hizo visible,
Blanca Señora de aura apacible,
mientras en el valle los pastores veían
a aquella dama que resplandecía.
Con rosario en mano y manto azulado,
a los pequeños les ha suplicado,
que volvieran a este nuevo nicho,
para cumplir lo que había predicho.
Mensaje de amor y de esperanza pura
trajo la dama de blanca vestidura,
mientras que sus secretos les revelaba,
para que al mundo lo comunicaran.
El milagro del sol certificaría,
la verdad de su existencia cada día,
multitudes lo pudieron presenciar,
mientras el sol parecía bailar.
Tu llamado a la conversión de almas,
y a la paz que reine en nuestras vidas,
resuena aún con fuerza y vigor bendito,
recordando Fátima, tu recinto.
Que tu amor celestial nos guíe el sendero,
y nos impulse a dar testimonio vero,
de devoción a tu Corazón tan puro,
manantial de gracia y amor seguro.
Santa Señora de blanco vestida,
cubre al mundo con tu manto de vida,
y condúcenos a Jesús por la cruz,
reina de Fátima, danos más luz.